Pequeño encuentro[Bellatrix]

Iba caminando después de salir de la sala común de Slytherin. Tenía pensado irme a dar una vuelta, o tal vez tomar un baño... suspiré. Que tarde máaaas aburrida.
Mientras deambulaba por ahí, al girar por la esquina me choqué con alguien. Chasqueé la lengua, pero me di cuenta de que era Rodolphus.

-¿Sangre sucia? -pregunté enarcando una ceja. Al ver que se sonrojaba y veía que era yo solté una carcajada -Rodolphus

Asentí con la cabeza. Ya lo había supuesto. Cuando me preguntó que hacía aquí hice una mueca.

-Vengo de la sala común... tengo que... hacerle una visita cortés a nuestro querido Ted Tonks -entrecerré los ojos. No podía ser cierto que ese estubiera enamorado de mi querida hermana... lo peor de todo, era que encima me daba la sensación de que ella lo estaba por él, y eso me hacía hervir la sangre como nunca en un sentimiento parecido al que sentí cuando ocurrió lo de Sirius, no, peor aún. ¡Ella era mi hermana! No podía hacerme esto. Tendría que comprobar si mis miedos eran o no infundados.

Abrí los ojos como platos y palidecí gravemente. Los cristales se rompieron por causa de Rodolphus pero a mi no me inmutó aquel hecho. Tensé la mandíbula y los puños más, y más, y más...

-¿¡QUE?! -bramé -¿¡QUE ANDROMEDA ESTÁ SALIENDO CON EL SANGRE SUCIA DE TONKS?! -tenía los ojos tan abiertos que parecia que iban a salírseme. ¿Había intentado tambien acostarse con él? Me acerqué más a Rodolphus y le cogí por el cuello de la camisa, con suavidad, pues no estaba enfadada con el -Estás seguro, Rodolphus, ¿de lo que viste? -susurré.

No podía creerme aquella traición por parte de mi querida hermana. Primero Sirius, después ella... sentí un nudo en la garganta. De los cristales que Rodolphus había roto, por mi furia todos los pedazitos comenzaron a elevarse, amenazando con clavarse en cualquier ser viviente que pasase por allí en ese momento.

No pude reaccionar. Mi querida Andromeda... Andromeda...

-¡ANDROMEDA! -bramé de nuevo, llena de ira -¡NO! -le espeté a Rodolphus -No morirá -entrecerré los ojos -Es mi hermana -sentencié. Cerré las manos convirtiendolas en puños -Iré a ver a ese tal Ted Tonks, y después iré a verla a ella.

Tuve que escucharle cuando gritó de esa manera, pero despues ya no. No quería escuchar, no quería escuchar, no quería escuchar, no quería escuchar...

-¡No, no, no, no! -exclamé intenando soltarme de él y la pared -¡Sueltame, Rodolphus! ¡Voy a matarle! ¡¡ESE SANGRE SUCIA LA HA APARTADO DE MI LADO!! -bramé realmente comocionada. Intenté soltarme, pero Rodolphus era muchísimo más fuerte que yo y no podía comparar mi fuerza con la suya.

Cuando sentí sus labios sobre los míos en un principio me resistí, pero después no pude evitar devolvérselo. Abrí mis labios para él, al tiempo que una pequeña lágrima rodaba por mi mejilla. Era la primera vez que lloraba en años, y era por la rabia. Y por la pena. ¿Realmente nos había estado engañando Andromeda todos estos años haciendonos creer que era de los nuestros? me sentí como una completa estúpida.

Suspiré y me separé de Rodolphus, terminando el beso. Apoyé mi frente en su pecho y cerré los ojos. Odiaba realmente llorar, y mucho más que me vieran hacerlo... y encima Rodolphus. Me mordí el labio e intenté relajarme en sus brazos, escuhando los latidos de su corazón.

-¿Por qué todo se tuerze? -susurré con voz lastímera.

Escuché sus palabras. Realmente me sorprendieron. Aquello era prácticamente una delcaración de amor, y me enternecí. Rodolphus... suspiré y me sonrprendió sentir algo parecido... casi igual a lo que sentía por Tom, casi. Me pegé más a él, sintiendo el calor de su cuerpo.

-Gracias -le susurré -Pero... déjame a mi a Andromeda. No se lo digas aún a Druella, o montará en cólera -como si yo no fuese a hacerlo, pero aquello era diferente. Primero debía de hablar con mi hermana. Y después con Cissy... pero primero con Ted.

Asentí con la cabeza, aún con los ojos cerrados.

-Si, lo haré bien -aseguré. Estallaría, eso seguro, pero no pensaba usar la magia con mi hermana. No todavía... hasta que llegara el momento, si es que llegaba. Cuando mencionó a Tonks, me separé un poco de él, pero solo para mirarle a los ojos -Iremos a por Tonks -contesté ferozmente. Mis ojos brillaban peligrosamente.

Entrecerré los ojos.

-Temblará -y salimos de allí.